La Fundación Roble y Machete, en marcha desde 2024 y ubicada en Alicante, presta asistencia psicológica y ayuda a encontrar un nuevo trabajo a los boinas verdes que salen obligados del Ejército a los 45 años
Curtido en mil batallas, de la manera más literal posible, a José Ignacio Acevedo, antiguo jefe de operaciones especiales de la OTAN, una imagen le agrió un paseo de su apacible vida de militar en la reserva. La estampa, la de dos compañeros haciendo cola por un plato de comida en Cáritas, no era la de dos casos aislados. Alcanzados los 45 años los militares deben abandonar el Ejército si no han obtenido un ascenso o una plaza fija en la institución. A partir de ahí miles de soldados se enfrentan a un enemigo desconocido: el desamparo, el futuro desconocido tras más de dos décadas de servicio a la sociedad. Se enfrentan a un enemigo más allá de las puertas del cuartel.
Para tratar de frenar ese irremediable destino, Acevedo, el coronel de infantería retirado, ideó la creación de un organismo para asistir a todos aquellos militares desempleados con más de veinte años de vida laboral por delante. Así, a partir de enero de 2024, puso en funcionamiento en Alicante la fundación Roble y Machete, que atiende casos dispares relacionados con las unidades de Operaciones Especiales que lidian con el desempleo, los problemas psicológicos, las adicciones o las disputas familiares. Éste es un dilema al que se enfrentan todos los soldados que no han obtenido puesto de tropa permanente y que cada vez más ocupa los pasillos de los cuarteles. “El Ministerio de Defensa es la fábrica más grande de parados de larga duración de España”, afirman entre bambalinas.

El problema reside en que, por normal general, el militar, durante sus años de servicio a la patria, no se forma en otra cosa, aun sabiendo que si no pone remedio saldrá del cuerpo a los 45 años. “Es difícil que estudien porque los de Operaciones Especiales son los que tienen más demanda, de horario y de disponibilidad, tienen maniobras, prácticas… Están más de 200 días al año fuera”, explica José Ramón Rapallo, patrono de la Fundación, comandante del cuerpo y desde hace cinco años también sacerdote. Tras su adiós al Ejército el soldado percibe una paga de unos 677 euros a la que tiene derecho hasta los 65 años; a la vista, insuficiente para hacer frente a facturas e hipotecas. En esa búsqueda del nuevo empleo intercede Roble y Machete, aunque es una empresa áspera. El sector que más abre sus puertas para ese reciclaje laboral es el de la seguridad, aunque no suele ser un camino de rosas. “Muchos rechazan el nuevo trabajo porque no se sienten valorados, se sienten más capacitados que para ese cargo pero no tienen ningún papel que lo acredite”, desliza Acevedo. El camino del estudio una vez colgada la boina verde es pocas veces el elegido, la fundación hasta llegó a conseguir unas becas para estudiar FP, pero nadie las solicitó. “A ver quién se pone a estudiar después de veinte años pegando tiros”, reconoce Rapallo. “La sociedad piensa que entrar al Ejército es sinónimo de futuro, pero no es así”, cuentan Rapallo y Acevedo, mientras explican que entre la tropa cada vez más se piensa cambiar de uniforme y marcharse a la Guardia Civil o a la Policía, que sí garantizan un puesto hasta la jubilación.
“Es difícil que estudien porque los de Operaciones Especiales son los que tienen más demanda, pasan más de 200 días al año fuera”

En apenas año y medio de funcionamiento la fundación Roble y Machete ha atendido decenas de casos a través de una red de ayuda que abarca asesoramiento jurídico, ayudas sociales o integración laboral. Su staff lo forman veteranos, colaboradores externos e incluso los propios militares que son ayudados, pero su recorrido está todavía por hacer, principalmente en la concienciación de los soldados más jóvenes, que se sienten ajenos a esta asistencia. “No ayudan porque piensan que ellos nunca van a necesitar esa ayuda”, coinciden los entrevistados.
Un problema de futuro
La fundación recuerda que ésta es una realidad que será cada vez más habitual en los próximos años. “Antes no existía este
problema porque cuando había mili eran reemplazos, pero desde que se acabó, a finales de los noventa, se profesionalizó el Ejército y ahora aquellos jóvenes que entraron al cuerpo empiezan a cumplir 45 años”, detalla Rapallo. Y así cada sucederá cada año.
Para dar el pistoletazo de salida a la fundación hicieron falta 30.000 euros que se consiguieron con la publicación de un libro, Boinas verdes españoles, con las experiencias vitales de muchos protagonistas. Para sobrevivir, Roble y Machete, bebe de donaciones y diferentes acuerdos con universidades y otras entidades privadas. “Necesitamos que se nos conozca porque es imposible dar con todo aquel que nos necesita”, cuentan. Su red de información son las reuniones de veteranos e incluso las de sus viudas. Hace unos meses contactaron con un veterano que vivía solo en un pueblo de Alicante, que no tenía contacto con ningún familiar y que necesitaba ayuda, pero no la pedía. “Ya no estaba para vivir solo y al final conseguimos que una persona lo acompañara diariamente, pero es que muchos, por su carácter militar, no piden ayuda”, confiesan desde la fundación.

David, uno de los hombres que recibe ayuda de la fundación, tiene 58 años y estudia cuatro idiomas. Tras una vida difícil, varios cambios de trabajo y algún despido por bajo rendimiento, le han detectado fibromialgia. La mano que le ha tendido Roble y Machete la ha apretado fuertemente. “Estoy muy agradecido, he tardado diez años en abrirme a un psicólogo”, cuenta. Es uno de los imprescindibles en todos los actos de la fundación, que tiene su sede en la Subdelegación de Defensa de Alicante.
Mientras la problemática de la nueva vida de los militares sigue esperando turno en los despachos de mayor postín del Estado, la fundación Roble y Machete rastrea posibles beneficiarios de esa ayuda que ofrece desinteresadamente y trata de estrechar lazos con entidades y organismos que se solidaricen con la causa. «Está muy bien pensar en el Ejército cuando hay una catástrofe, es nuestro deber, pero luego la sociedad también debería devolverles a esos soldados parte de lo que ellos les han ofrecido durante años», culmina el sacerdote Rapallo. ◼
La Fundación Roble y Machete ha programado dos eventos solidarios en Alicante para recaudar fondos para sus proyectos y dar a conocer su labor. El primero tendrá lugar el miércoles 8 de octubre a las 19:30 horas en la Sala Sinfónica Óscar Esplá del ADDA. El segundo, el 15 de octubre a las 20:00 horas en el Sport Club, será un coloquio con el escritor Lorenzo Silva, autor de la serie policiaca protagonizada por los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro.
Autor:Ramón Pérez
28 septiembre 2025
DIARIO: INFORMACION.ES